El término Filosofía (del griego N48@F@N\", phylosophía, amor al saber, derivado de N48XT, amar y F@N\", saber,
sabiduría) Etimológicamente, en una traducción excesivamente convencional,
«amor a la sabiduría», donde la palabra F@N\", sophía,
en lugar de ser traducida como «sabiduría», debe traducirse como «saber teórico», o, en palabras de
Aristóteles, como «entendimiento y ciencia»; de igual manera, N\8@H, philos, el «amigo» o el «amante» de este saber
intelectual puede entenderse, a la manera de Platón, como aplicado a aquel que
desea o está ávido de saber.
Históricamente, la invención -hecha por los griegos de
las colonias jonias de Asia Menor, hacia el s. VI a.C.,- de hacer frente con la
reflexión racional a los problemas que les presentaba la naturaleza. La
invención consistió -es la tesis de Karl R. Popper- en un cambio de actitud
ante las afirmaciones tradicionales acerca del mundo y el lugar que ocupa el
hombre en el mundo, sobre todo acerca de los orígenes de ambos, debido a
profundas transformaciones sociales. De una actitud tradicional, conservadora y
acrítica, basada en el mito, se pasa a una actitud nueva, innovadora y crítica,
que se expresa mediante teorías sobre el mundo, al comienzo rudimentario. Esta
actitud llega a convertirse en la tradición de criticar teorías, de modo que la
filosofía, primero, y luego la ciencia, que irá naciendo de aquélla, no son más
que la actitud crítica del hombre ante las cosas -la naturaleza, el universo y
él mismo-, tal como se ha desarrollado a lo largo de la historia. Cómo se ha
entendido y desarrollado esta actitud crítica, o esta actividad de reflexión
racional, a través de los tiempos constituye la historia de la filosofía y de
la ciencia, y aun de la misma civilización. En líneas generales, tras la
espléndida aparición del pensamiento griego, que desarrolla la filosofía
primero como un saber acerca de la naturaleza (presocráticos), luego como un
saber sistemático e integral (Platón y Aristóteles) y, finalmente, como una
forma ética de vivir (helenismo), la filosofía se funde de nuevo con el
pensamiento religioso, de donde había surgido como crítica y alternativa, en
parte para confundirse con él y en parte para reelaborarlo desde su interior
(neoplatonismo, cristianismo, filosofía escolástica). Tras una larga y más bien
confusa, pero en ningún modo infructuosa relación que la fe y la razón
mantienen en el mundo medieval occidental, ya sea cristiano, árabe o judío, el
pensamiento racional se reestructura de forma autónoma con el Renacimiento y la
revolución científica. Así como en esta época nace la ciencia moderna, hace
también su aparición la filosofía moderna.
Descartes establece la nueva función de la filosofía:
asegurar la certeza del conocimiento humano; la misión de la filosofía es poner
en claro en qué fundamenta el sujeto humano su confianza en saber. Racionalismo
y empirismo son dos maneras de responder a lo mismo: la certeza la da la razón
o la experiencia. Hay acuerdo en admitir la existencia de un conocimiento
objetivo y común; el desacuerdo está en el método de conseguirlo y en la medida
en que es posible conseguirlo.
Kant invierte sustancialmente la perspectiva y la actitud
crítica se dirige al mismo sujeto que la ejerce; se investiga su capacidad
estructural de conocer y, como resultado del «giro copernicano», establece que
el conocimiento es, de algún modo, constituido por el mismo sujeto humano -por
la naturaleza humana-, no sólo en sus límites sino también en su mismo
contenido, y este conocimiento es universal y el mismo para todos porque la
naturaleza humana es la misma en todos. En la historia posterior a Kant, la
creencia en una naturaleza humana y en un solo tipo de racionalidad ha sido
puesta en cuestión. Además de naturaleza, hay historia y evolución y, además de
razón, valores, estructuras económicas, inconsciente y vida. No puede darse ya
por supuesto que existe una cosa tal como racionalidad y naturaleza humana,
igual como no hay una cosa objetiva que pueda llamarse «verdad»; más bien hay
que preguntarse por cuáles son las condiciones que hacen posible que haya
racionalidad, naturaleza y verdad.
El desarrollo de
las mismas ciencias empíricas durante los dos últimos siglos, y sobre todo el
de su metodología, ha llevado a la conclusión de que la investigación
científica no apunta simplemente a la verdad y a la certeza. El valor de la
ciencia es incuestionable y sus procedimientos son modelos de racionalidad,
pero lo son precisamente porque cree que debe cuestionarse a sí misma
constantemente.
No porque haya una naturaleza, un modelo de racionalidad
y un conocimiento verdadero se ponen los hombre de acuerdo; más bien porque los
hombres se ponen de acuerdo es posible hablar de conocimiento verdadero, de
racionalidad y de aquello que es, o ha de ser, común a todos.
A la filosofía
corresponde, en los distintos ámbitos en que es necesario el acuerdo -en lo
social, en lo ético, en lo teórico, en lo científico- tratar de las condiciones
que lo hacen posible y de los términos en que puede establecerse.
Aunque a lo largo de su historia la filosofía ha
consistido en un saber sustantivo y autónomo, en ocasiones, ha sido el único
saber disponible; en la actualidad no se atribuye a la filosofía un objeto
propio de estudio, por la simple razón de que puede abarcarlos todos. Las
ciencias son posteriores a la filosofía en cuanto a su nacimiento cronológico,
pero ésta ejerce ahora su actividad tras la actividad de las ciencias. Por esto
suele definirse la filosofía como una reflexión de segundo orden que se ejerce
sobre otras actividades reflexivas de primer orden. Estas actividades
reflexivas de primer orden se ejercen directamente sobre la naturaleza en su
sentido más amplio, que abarca desde el universo hasta el individuo pasando por
la sociedad y la historia, y sobre esta actividad primera reflexiona
posteriormente la filosofía, analizando, criticando, dilucidando, interpretando
o evaluando sus presupuestos, sus conceptos básicos, sus métodos, sus
resultados y sus objetivos. No constituye, pues, la filosofía un cuerpo de
doctrinas, propio y exclusivo, y distinto de los demás saberes, sino una
actividad racional de reflexión sobre todos aquellos aspectos que se consideran
fundamentales en distintos ámbitos de la vida humana. Esta actividad se
desarrolla
a) constituyendo sus propias reflexiones teóricas en
aquellos aspectos no susceptibles de ser tratados científicamente o
técnicamente, y
b) sometiendo a
crítica, con todos los medios de que dispone la racionalidad humana -desde
procedimientos formales de la lógica y del análisis del lenguaje hasta la sola
actividad reflexiva- presupuesto, nociones fundamentales, creencias básicas,
objetivos y métodos de la vida científica o de la vida ordinaria.
La filosofía podemos definirla como el modo y estilo del ser humano para entender, comprender y dar respuesta a las interrogantes de nuestra existencia, que debe estar acompañado de una reflexión crítica (pensamientos, y fundamentos), sistemática (por etapas) y ordenada (secuencia y coherencia) que debe ser compartido a través de un diálogo para su discusión. Surge de los griegos como amor a la sabiduría asumiéndolo en la actualidad como un estilo de vida y maneras de representar una realidad a través del conocimiento que se tenga de ella